Entramos en la última semana de Cuaresma. Semana de la Misericordia; de la obra renovadora de Dios; de nuestro canto gozoso por las grandes obras que cada día hace en nosotros.
Permítanme unirme, desde lo más íntimo de mí, a mis hermanos peruanos en la gran fiesta que, desde hoy ya viven a pleno corazón, al recibir, gozosos, al Padre tan largamente esperado. Lo hacen con el símbolo de echar las campañas de sus iglesias al vuelo y de hacer sonar, como gran fiesta, los timbres de sus colegios. Son los corazones alborozados de los hijos que, ¡por fin!, ven cumplir su profundo deseo... Ahí estoy con mi corazón y con mi oración, pidiendo al Señor no se pierda nada de tanta Gracia y Amor de Dios.
El padre bueno llega para invitarnos, con su cariño, a conocer un poco más a Jesús, a acercarnos a su Misericordia que nos bendice y sana nuestros corazones heridos por tantos desvaríos.
Permítanme unirme, desde lo más íntimo de mí, a mis hermanos peruanos en la gran fiesta que, desde hoy ya viven a pleno corazón, al recibir, gozosos, al Padre tan largamente esperado. Lo hacen con el símbolo de echar las campañas de sus iglesias al vuelo y de hacer sonar, como gran fiesta, los timbres de sus colegios. Son los corazones alborozados de los hijos que, ¡por fin!, ven cumplir su profundo deseo... Ahí estoy con mi corazón y con mi oración, pidiendo al Señor no se pierda nada de tanta Gracia y Amor de Dios.
El padre bueno llega para invitarnos, con su cariño, a conocer un poco más a Jesús, a acercarnos a su Misericordia que nos bendice y sana nuestros corazones heridos por tantos desvaríos.
Dios les bendiga copiosamente y Don Bosco nos ayude a ser Apóstoles de la Misericordia de Dios y de María, nuestro Auxilio.
Unidos en oración y caminando tras Cristo como Pablo y Don Bosco
Unidos en oración y caminando tras Cristo como Pablo y Don Bosco
P. José Mª Doménech SDB
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